Mi primera vez...


Un título curioso, realmente curioso, pero desde este día estoy realmente comprometida a vivir cada día como sí fuera la primera vez que hago lo que amo. Hoy mientras esperaba en la recepción de una fundación, una persona me pregunto sobre como había aprendido a peinarme; me causo mucha gracia en mi interior, porque para los que me conocen saben que casi no me peino; pero estaba haciendo una trenza en mi cabello y surgió esa interrogante; con mucha admiración miraba mientras yo hacía mi trenza y le conté todo sobre mi admiración con los peinados, me pareció una conversación interesante y quise aprovecharla al máximo, y dentro de esta conversación descubrí que había olvidado como era sentir la emoción de la primera vez haciendo algo que me apasione.

Soy maestra de un colegio cristiano, y trabajo con niños y adolescentes; recuerdo que mi primer día de trabajo estuvo lleno de nervios y grandes expectativas, llevaba muchas ideas en mi cabeza y grandes planes y proyectos; todos ellos los pude lograr, fue un gran esfuerzo; pero reconozco que me enseño mucho; sin embargo, desde hace días me levantó no muy animada, quizás deseando que acabe pronto la semana, doy mi clase y me siento satisfecha... pero necesito algo más, algo falta.

Estudio actualmente, como bien mi blog lo dice, trabajo social; una carrera que cuando la descubrí me apasionó tanto que no puedo dejar de leer, hablar, investigar sobre todo lo que tenga que ver con la carrera; me gusta lo que me enseñan y lo disfrutó. En el proceso de la carrera tenemos que comenzar a desarrollar nuestras habilidades como trabajador social, y poner en practica lo que ya hemos aprendido, las famosas prácticas, lo que me emociono mucho desde un principio; porque son grandes pinceladas de lo que se trata esto.

Este día correspondía tener mi primera cita con la persona que será el primer caso de trabajo social que atenderé, probablemente el primero de muchos, y no dudo que nunca lo olvidaré; estaba muy nerviosa, temerosa, con buenas y malas expectativas, de repente pensamientos positivos, de repente pensamientos fatalistas, en fin era algo nuevo; algo que deseaba tanto que llegará y me emociono muchísimo... pero... la usuario no llegará hasta el próximo miércoles. ¡Que lamentable!

Sin embargo aprendí dos cosas, la primera es que recordé realmente porque esta primera cita causa todo lo que estaba causando en mí, y es por qué es mi pasión; y me siento contenta con ello. Y la segunda cosa que aprendí es que debo amar lo que hago ahora; una de las personas que más admiro nos decía ayer a nuestro grupo de amigos, vivan cada día como si estuvieran en un viaje misionero; con él y los que estaban ahí, somos parte de una fundación que realiza viajes misioneros a diferentes partes de Centroamérica y trabajamos mucho para poder pasar nuestras vacaciones trabajando para Dios a través de bendecir muchas vidas; cuando estamos en el viaje nos emocionamos mucho y hacemos las cosas lo mejor que podamos, nos enfocamos en lo que debemos enfocarnos y nos concentramos en la meta que debemos lograr; y esta emoción no debería terminar en una semana, debería seguir, y evolucionar a más; es por ello que aprendí que debo trabajar como la primera vez que di una clase, con los mismos nervios y la misma emoción, y creo firmemente que los resultados pueden ser mejores.

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