Soy un ser humano

“Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas”.
Rosa Montero, escritora y periodista.

En alguno momento de mi corta vida, leí este magnífico pensamiento; “Soy mujer” en muchas ocasiones no he alcanzado a comprender la bendición de ser mujer; creo que la mujer por muchos años se ha desvalorizado, aun cuando ha existido mujeres de alto calibre.

Como Alice Paul quien fue de las llamadas Centinelas silenciosas, quienes lograron que la mujer estadounidense pudiera ejercer el voto; un logro que no fue sencillo conseguir, en este proceso se involucran años de lucha, violencia, y esfuerzo para que la decimonovena enmienda fuese ratificada y solo así lograr la libertad de ser reconocidas.

Otra gran mujer fue Rigoberta Menchu quien era una campesina guatemalteca proveniente de la etnia indígena maya-quiché y es una activista de los derechos humanos en Guatemala, luego de sufrir en su infancia y juventud, la violencia de la discriminación racial, las cuentas de la pobreza y la injusticia social.

Y por supuesto, una de las mujeres que más admiro Dolores Ibárruri, una mujer pasionaria que fue militante del Partido Socialista Obrero Español y luego formo parte del partido comunista, y jamás fue olvidad por esa magnífica frase hacia las tropas franquistas ¡No pasarán!

Me parece, en lo particular, que es uno de los discursos más épicos de la historia, la fuerza de voz, no por el volumen sino por la agresividad de sus palabras, sublevan a cualquiera; una mujer con convicción y con valentía, con coraje de luchar contra lo injusto y no rendirse:

¡Obreros! ¡Campesinos! ¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!... Frente a la sublevación militar fascista ¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo!

Su lucha era para proteger lo que conocía, para defender la libertad de su pueblo, la que todos merecían. Nadie podía o tenía el derecho de quitar lo que no le pertenecía mientras el pueblo no los dejará Pasar.



Increíbles mujeres, pero en fin; estas mujeres encontraron el valor por sí mismas y pelearon por él, nadie les dijo que merecían ser escuchadas o valoradas, o que debían ser parte de la política y economía de un país, ningún hombre u otra mujer mayor se acercó para animar o alentar a luchar en contra del oprobio en contra de la mujer; cada una de ellas encontró el valor en sí mismas, ellas sabían cuánto valían y de lo que sus habilidades, talentos, destrezas y sabiduría eran capaces; probablemente pocos creyeron en ellas, pero no importo ya que demostraron ser aún más de lo que ellas mismas esperaban, y por supuesto lo que más me encanta de todas ellas; su deseo de victoria no estaba basada en una remuneración personal; su satisfacción era ver la justicia, la libertad y la equidad en cada uno de los pueblos, ya sea hombre o mujer, niños o niñas, jóvenes o ancianos, no importando raza, edad, sexo o género; todos somos alguien y sí, soy mujer, eso no me convierte en feminista, ni por ser hombre me convierte en machista; soy un “un ser humano” y valgo mucho por ese hecho, soy capaz de hacer todo lo que me propongo y tengo libertad de buscar un mejor destino, para mi vida, mi familia y mi nación.


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